domingo, 10 de agosto de 2008

LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA.

Querer hacer un viaje a la España del medievo es hacer una conjetura férrea marcada por una época forjada por la épica de la guerra. Hombres fanáticos por su religión daban muerte sin cuartel y alegando solo un motivo:”Cristo y ala”.La religión era causa para que la sociedad que vio ver aquellos años pudiese poder llegar a convocar lo que hoy solo escuchamos en Oriente Medio: “LA GUERRA SANTA”. Deberíamos hacer una reflexión basada en los principios morales de la edad media, unos tiempos en los cuales solían regirse en la crueldad de los habitantes y en las maneras de entender la forma de vida. Para mi entender: “DIOS, REY Y PATRIA.

La iglesia católica siempre fue la mano derecha de las monarquías medievales y en el caso de las Navas de Tolosa, la figura de un arzobispo fue clave en el desarrollo de la contienda, El arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada. Para mucho cronistas de la historia, este servidor de la iglesia de Roma marcó un antes y un después en la historia de España. Podría decirse que el arzobispo de Toledo narró tal hazaña, que después de tal contienda los antiguos escritos que se escribían en la época pasaron a ser simples papeluchos. Don Rodrigo marcó un antes y un después en la manera de hacer cronicas. Según muchos historiadores también fue un ferviente pionero en lo que más tarde llegó a lograrse .La discutida unidad de España.

A principios del siglo XIII España estaba dividida en cinco reinos peninsulares y a la vez cristianos. Castilla con el monarca Alfonso VIII, Aragón con Pedro II, Navarra que era reinada por Sancho VII el “fuerte, León estaba regida por Alfonso IX, apodado por “el baboso” así le llamaban los musulmanes y por ultimo Portugal que Alfonso II era el prefecto. Pero la vertiente sur de la península era gobernada y conocida como el Al-Andalus. Por aquellos años eran pequeños reinos apodados “reinos de taifas”.Debemos de decir que muchos de aquellos reinos musulmanes habían pagado muchas arcas de oro a muchos reinos cristianos y viceversa. Digamos que eran enemigos, pero no dejaban de ser vecinos. Las monarquías cristianas estaban reñidas por lances de fronteras y linajes, de sobra es conocida la enemistad de Sancho VII con sus primos Alfonso XIII y Pedro II que no dejaban de querer conquistar pequeños recodos de su reino alegando derechos históricos muy bien interpretados por el ejecutor para alegar una guerra mas.

Ahora debemos retroceder un poco en el tiempo y dirigirnos a otra batalla, porque a mi entender fue la detonante, quizás no se pueda decir que fuera clave para el desarrollo de la batalla de las navas de Tolosa, pero si que marcó mucho a los impulsores de esta contienda, de sobras es conocido el orgullo del hombre y en aquellos años se daba la vida por ello. El nombre de tal suceso fue la batalla de Alarcos, o mas conocido como el “desastre de Alarcos”, donde Alfonso VIII de Castilla, plantó cara a las tropas musulmanas de Yusuf II. En la batalla la vanguardia de las tropas castellanas Don Diego Lopez de Haro, señor de Vizcaya que fue derrotado por las tropas musulmanas. El 19 de julio de 1195 los cristianos perdían parte de su frontera. El orgullo dañado, el del monarca y el de su jefe de tropas. Tal fue la mancha en el corazón de esos hombres que hicieron lo imposible por sentenciar la venganza. Las fronteras de los reinos cristianos, en especial el castellano, se habían reducido hasta las mismísimas puertas de Toledo.

También cayó Calatrava, los reinos cristianos estaban sucumbidos por el poder proveniente del norte de África. Pero por azar, o quizás por razones de política interior de los reinos musulmanes, Alfonso VIII y Al-Nasir o conocido como el miramamolín por los cristianos, pactaron una tregua que nadie pensó que seria eterna pero duró diez años.
Pensar en la paz por aquellos tiempos es imposible, la mentalidad de la época era reñida a la de nuestros tiempos. Alfonso VIII no paró de meditar planes y maneras para dar venganza a los almohades. Por la otra parte Al-Nasir llamó a la guerra santa a todo su imperio musulmán, poco a poco los dos bandos fueron preparando ese acontecimiento que todos sabían que llegaría. Después de varias escaramuzas, Alfonso VIII varias puso fin a tan resignada tregua y muy astuto el monarca castellano hizo redactar una carta al arzobispo de Toledo dirigida al papa Inocencio III, explicando que diera nombre de cruzada a tal lance. De esta manera tendría a raya a sus primos los reyes de Navarra y León dejando a un lado sus desavenencias y apostando juntos en la lucha contra el Islam. Inocencio III aprobó la petición de Castilla y toda Europa supo que en España había una cruzada contra el Islam.

Al-Nasir no se quedó de brazos cruzados. El hijo de Yusuf II concentró a todos los pueblos de su devastador imperio para decirles que cabalgaría con sus caballos en las mismas puertas de Roma. De esta manera daba fuerzas a sus tropas que mal abastecidas sufrieron demasiado el largo trayecto. Pero el miramamolín llegó a Tarifa y desembarcó su arsenal siendo recibido en alardes por los reinos del Al-Andalus como magno emperador. La suerte estaba echada, Al-Nasir dio sitio a la fortaleza de Salvatierra y consiguió batirla. Alfonso VIII sabia que la suerte de Castilla y de todos lo reinos peninsulares corría por la victoria contra el miramamolín. España era un hervidero y debería estallar, alegando su fe alguien se llevaría el gato al agua. Pero el destino se aferró a la suerte y aquel mismo invierno, el infante Don Fernando murió en Madrid a causa de unas fiebres. La pena llenó el alma del monarca castellano que se agarró a la guerra como manera de saciar esa rabia que se mezclaba de pena y que dejó huella en el corazón de aquel rey.
Por fin llegó el año de 1212, Europa sabía que la cruzada estaba a punto de empezar. Las tropas ultramontanas es decir, los ejércitos del resto de Europa fueron llegando a las órdenes del arzobispo de Narbona. Toledo empezaba a ser una muchedumbre de soldados llegados de Francia, Alemania y de la Lombardia, pero sobre todo franceses.

Pedro II de Aragón fue el primer monarca español en llegar a Toledo seguido de tres mil caballeros. Los reyes de León y Navarra no acudieron a la cita, es más el de León dijo que atacaría Castilla cuando sus ejércitos estuvieran en el sur, reclamando ciudades que deberían ser leonesas. Más tarde y por las presiones de la iglesia, Sancho VII cabalgó con doscientos caballeros para salvar su maltrechada reputación de para con la causa de cristo.

Al-Nasir, que sabía de la importancia del terreno para la batalla, fue cauto y espero a los cristianos en Andalucía. De esta manera serían los cruzados los que deberían dejarse la piel y el sudor por las tierras del sur. Debemos de decir que la mentalidad de aquellos cruzados era similar a las vividas en Jerusalén, donde no se respetó vida de nadie y Toledo no iba a ser menos. Las tropas ultramontanas dieron muerte a una judería que se ubicaba en un barrio de Toledo, esto llenó de pena a Alfonso VIII pero viendo tal empresa que se le avecinaba, digamos que miró a otro lado. López de Haro, señor de Vizcaya, comandó la vanguardia del ejército, y el 20 de julio salieron de Toledo formado por los ultramontanos y al cabo de varios días llegaron al castillo de Malagón. Acabaron con la resistencia musulmana y el caudillo de la fortaleza pidió rendición a cambio de respetar la vida de sus hombres, pero lo ultramontanos ajenos a las leyes de la guerra, acabaron con toda persona del castillo y rememoraron las cruzadas de tierra santa. Al día siguiente llegaron los ejércitos castellanos y aragoneses.

Pero el camino hacía el sur prosiguió y llegó la hora de tomar Calatrava, la famosa orden de frailes soldados. Esta fortaleza que fuese tomada por el andalusí Abu Qadis, también fue tomada por los ejércitos cristianos. Alfonso VIII, hombre justo en sus medidas, respetó la vida del caudillo andalusí y lo dejó partir hacía el sur. Pero aquí es donde yo no he podido comprender la respuesta de los ultramontanos. Eran hombres fuertes y viejos soldados, pero recelaron de la actitud compasiva del monarca castellano y poco comprensivos desertaron de la causa. Muchos deseaban más botín en su camino de vuelta y otros simplemente regresaron a su tierra, olvidando la causa por la cual habían de seguir. Pero mi opinión es que por aquella tierra, el calor y la falta de intendencia militar era mucha y solo los peninsulares eran acostumbrados a tales penurias. El ejército cristiano perdió un tercio de su poder, aun así siguió fuerte y valeroso.

Los cruzados llegaron a las faldas de sierra morena al otro lado las tropas musulmanas, solo separados por el desfiladero de la Losa. La posición cristiana no era buena porque las alturas eran tomadas por Al-Nasir, pero Alfonso VIII jamás comentó una retirada y evitó que sus tropas vieran otro desastre de Alarcos. Justo en este momento es cuando se mezclan la realidad y la ficción en la historia. Cuentan los historiadores que un pastor se acercó a Alfonso VIII para decirle que conocía otro camino mas seguro para las tropas cristianas. El monarca dubitativo envió a López de Haro con una patrulla para comprobar lo que el pastor decía y así fue, aquel pastorcillo salvó los planes cristianos y el rey castellano levantó a su ejército y dio la orden de partir, después de rodear la montaña llegaron a la explanada de la mesa del rey y por primera vez los dos ejércitos se vieron las caras en campo abierto.

El 16 de Julio de 1212 el ejército cristiano y las tropas musulmanas fraguaron una de las batallas más importantes para la reconquista. Se ha de decir que el arzobispo de Toledo fue el estratega de la batalla para el bando cruzado. Don Rodrigo, que era soldado, supo alinear a las tropas de una manera brillante. En el centro las tropas castellanas, a la izquierda estaría Aragón y a la derecha los Navarros, cada flanco estaba reforzado por concejos de las ciudades de Castilla, algo menos preparados para la guerra y de esa manera supo igualar fuerzas. En la vanguardia del ejército, estaban las tropas castellanas dirigidas por López de Haro y a su vez acompañados por las órdenes militares. En la retaguardia Alfonso VIII, el arzobispo de Toledo y todo el clérigo.

Por parte los almohade no iban a ser menos, de sobra es conocido el enorme ejército de Al-Nasir. La vanguardia estaba formada por tropas más débiles de armas, en el centro el grueso del ejército almohade muy preparado para tales contiendas, que era formado por los voluntarios de todo su devastador imperio y por los propios andalusíes. En la retaguardia los hombres mas valerosos del imperio, ocupando la falda de una pequeño monte donde Al-Nasir tenía instalada su famosa tienda roja. La famosa tienda roja era escoltada por una devastadora guardia de incondicionales fieles del Islam, atados por unas cadenas las rodillas, defenderían su fe hasta la muerte, una escena dantesca la verdad. El ejército almohade, tenía previsto mandar sus tropas más ligeras al ataque dando confianza a su adversario a lanzar una carga, creyendo que su grueso del ejército y la habilidad de sus arqueros acabarían con los cruzados. Los musulmanes eran buenos guerreros, solían protegerse fenomenalmente con su escudo, eran ligeros de armamento, pero fieros guerreros con sus espadas y cabe destacar del demoledor ruido de sus tambores que atemorizaba a su paso, todo un escenario digno de ser visto.

Pero la batalla llegó, quería comentaros que la dignidad de Alfonso VIII y López de Haro estaban en juego, muchos hombres de la contienda ya soldados veteranos habían vivido lo de Alarcos y el monarca y su fiel soldado habían ansiado este momento muchas veces, era concientes de los fallos cometidos en el pasado y no cometerían mas fallos estratégicos. López de Haro mandó cargar con la vanguardia del ejército un ataque frontal y directo muy típico de la caballería cristiana, pero los musulmanes tenían mejor territorio ya que combatían en alto, las tropas cristianas llegaban ahogadas al enemigo y a la vez dispersadas y la carga realizada no aportaba nada bueno a los intereses cristianos. López de Haro batió la primera línea musulmana y llegó hasta el grueso del ejército almohade pero este más preparado y en mejor posición fue superior. López de Haro resistió fuerte, pero Alfonso VIII vio que sus fuerzas terminarían devastadas y preso por la ansía y el nervio miró al arzobispo de Toledo y le dijo:”Arzobispo muramos hoy aquí”, lo repitió varias veces mirando a Don Rodrigo, y a su vez el arzobispo dijo:”si es la voluntad de dios, hoy nos aguarda la corona de la victoria y no la muerte, pero si la voluntad de dios fuera otra, todos estamos dispuestos a morir junto a vos”.Sin más Alfonso VIII, sereno y fuerte lanzó la carga y a su vez Pedro II y Sancho VII le precedieron y aquella maravillosa carga fue nombrada por la carga de “los tres reyes”.

El ejército cristiano penetró en las líneas musulmanas y aplastó la resistencia almohade, llegando a las mismas puertas de la tienda roja de Al-Nasir. Cuentan los historiadores que fue Sancho de Navarra quien combatió en la tienda del “miramamolín” y de tal lance el escudo de las cadenas de Navarra. Fue una carnicería brutal, los musulmanes huían como buenamente podían y los ejércitos cristianos fueron acabando con los que resistían. Los cruzados se encontraron todo tipo de lujos de la época y cada uno de ellos llenó sus arcas, el oro y la seda eran abundantes. Alfonso VIII salió victorioso de tal contienda, esta batalla fue un hito en la historia de la reconquista española, se consiguió establecer en sierra morena la frontera cristiana, aunque nunca fue estable. Hablan los cronistas de un número de combatientes poco acertado, yo apostaría por unos 100.000 musulmanes y 80.000 cristianos, y alomejor exageró pero es lo más fiable.

Alfonso VIII concedió a Sancho de Navarra algunos de sus castillos tomados, y lo mismo hizo con Alfonso IX de León que ante su ausencia en la cruzada le arrebató algunos castillos, pero Alfonso VIII alegre y vigoroso por la victoria dejó tranquilo tales lances internos. Dos años después de la batalla Alfonso VIII, se fue a descansar al monasterio de Huelgas. Al- Nasir abdicó y murió por culpa del vino. Pedro II de Aragón murió poco tiempo después en la batalla de Muret y Sancho VII de Navarra en el 1234 a causa también de la gordura y los placeres de la vida. Las Navas de Tolosa es sin duda para un servidor la mejor batalla de la edad media. Una contienda perfecta para cualquier amante de las batallas de la antigüedad. Espero haberos hecho disfrutar un poco en la aventura de la historia.

Un saludo.
Juan Antonio Díaz García.

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