sábado, 11 de octubre de 2008

TEMPLARIOS: PARTE I…





Durante estos últimos años hemos tenido la imagen de los templarios más relacionada con el esoterismo y lo misterioso. La orden del temple, sin ninguna duda es algo que nos lleva a hacer pensar que esos hombres sabían algo, pero no podemos caer en el error de no explicar toda la verdad. Han creado a su alrededor un hilo de intrigas y se han olvidado de unas cuantas cuestiones a resaltar.

Los caballeros templarios eran hombres rudos, fuertes y desde luego preparados para la guerra. Pero nos han hecho creer que estos hombres apenas luchaban, que solo se dedicaban a lo misterioso. Y la realidad es que podían tumbarte de un mandoble. Con esto no quiero decir que no fueran misteriosos, pero desde luego fueron severos y no tenían para nada un aspecto de santidad ni nada por el estilo. Toda la parafernalia del “código da Vinci” les ha devuelto al panorama actual y por eso tenemos el deber moral de explicar la realidad de las cosas. Tanto ese alo de misterio, como las cosas cotidianas y perversas de las guerras.

“La orden de los pobres caballeros de cristo”, esa fue la denominación con la cual la orden fue creada. En el año de 1.118 se fundó por nueve caballeros una de las ordenes militares más importantes de todos los tiempos. Los nueve caballeros eran los siguientes: Hugo de Payns, Geoffroy de Saint-Omer, Andrés de Montbard, Archambard de Saint-Aigman, Payer de Montidier, Godofredo Bisson, Gondemaro, Hugo Rigaud y Rolando. Su verdadera misión era la de proteger a los peregrinos que se dirigían a los territorios conquistados en Tierra Santa. Habían jurado voto de castidad y su vida era una eterna cruzada contra los placeres carnales.

Debemos retroceder en el tiempo y viajar al año 1.080, ese año nació Hugo de Payns, en Trolles. Fue criado en una familia cristiana y siendo niño sintió la devoción tanto de ser monje como de manejar las armas. Aunque no se sabe con certeza es casi seguro que se alistó a la primera cruzada, bajo las ordenes del Conde de Hugo de Vermandois, que era hermano del rey de Francia, Felipe I. En la furia de la batalla y en su fervorosa fe, el joven Hugo de Payns sintió la necesidad de poder juntar sus dos pasiones, una ser monje y otra ser soldado. Además tubo la suerte de encontrar a ocho camaradas que sentían la misma devoción que el.

Tenemos que resaltar que el rey Balduino II de Jerusalén donó a la nueva orden la mezquita blanca de al-Aqsa. Pero resulta extraño que el rey de Jerusalén donara a aquellos hombres lo que se suponía que era el Templo de Salomón. Hoy podemos saber que la mezquita era solo el atrio de dicho templo. Quizás en estos pequeños detalles en donde empieza el alo misterioso de esta orden.

Pero verdaderamente lo que más me llena de misterio era la negativa de estos nueve caballeros, a la idea de incorporar a nuevos miembros en la orden. Durante sus nueve primeros años, los nueve caballeros permanecieron aislados de los eventos bélicos de la época y no consta históricamente que participaran en las batallas del fin de la primera cruzada. Tan solo se dedicaron a la protección de los peregrinos recién llegados a Tierra Santa, en especial el peligroso camino del puerto de Jaffa a las puertas de Jerusalén.

Según algunos historiadores esa negativa a ser solo los nueve caballeros era debido a que encontraron algo en los sótanos del Templo de Salomón. Se cuenta que podía ser el ”Arca de la Alianza”, pero en fin eso solo son suposiciones. Pero a lo largo de estas venideras semanas dedicadas a esta orden de monjes guerreros, iremos viendo que hay piezas que no terminan de encajar. No podemos obviar que eran fieros soldados, pero también monjes y que desde luego han dejado un legado de hipótesis misteriosas.

En la introducción de este trabajo he querido hacer constar que los Templarios han sufrido una nueva visión en estos últimos tiempos. Quiero que tengáis presente que debemos mirarlos como guerreros que luchaban por sus ideales y morían por ellos. También como monjes y como tales han dejado algún ocultismo. Pero siempre tenemos que mezclar ambas cosas a la vez, para tener una certeza casi exacta de la orden del Temple. Esto es solo el principio de una saga de trabajos dedicados a aquellos hombres fieros y extraños que cabalgaron a lomos de la cristiandad durante muchos años….

Un saludo.

J.A. Díaz García.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Fuerza y honor, creo que te seria util un libro llamado "el enigma sagrado" alli encontraras las respuestas y los estudios mejor realizados sobre la orden.